Decant D de Alfred Dunhill
Rango de precios: desde $4.990 hasta $15.990
IVA INCLUIDO
DISPONIBLE DESDE 6 DE OCTUBRE
D de Alfred Dunhill es un perfume perteneciente a la familia olfativa Aromática Fougère orientado para el público masculino. D de Alfred Dunhill es una creación de Gerard Anthony lanzada en el año 1996. Dentro de sus características principales tenemos;
DESCONTINUADO
Notas de Salida: limón de Amalfi (lima de Amalfi), pimienta, menta, mandarina, ciprés y palisandro
Notas de Corazón: rosa, lavanda, geranio, jazmín, lirio de los valles (muguete) y fresia
Notas de Fondo: sándalo, cedro de Virginia, almizcle, musgo de roble, haba tonka, vainilla y ámbar
Concentración: Eau de Toilette
Estilo: Fresco – Conquistador – Atractivo – maduro
Recomendación de uso: Verano – Primavera. Dia 100% recomendado. Noche 100% recomendado.
Recomendación de edad: 30 años o mas
Perfumista: Gerard Anthony
¿Qué dicen algunos reseñadores de D de Alfred Dunhill?
Descripción de D de Alfred Dunhill
D de Alfred Dunhill — fougère de acero y terciopelo
Primero, una ráfaga clara: cítricos tensos (limón de Amalfi, mandarina) atraviesan un velo verde de ciprés y palisandro, mientras la pimienta y la menta aportan filo y frescor. El acorde inicial “cítrico–aromático–fresco especiado” marca el ritmo con trazo limpio, casi metálico, antes de que el fougère respire y gane cuerpo.
El corazón abre la compuerta a la elegancia clásica. Rosa y geranio, apoyados por lavanda, jazmín y muguete, levantan un bouquet de textura atalcada, nunca empolvada en exceso: aquí la faceta floral no busca dulzura, sino estructura. La rosa aporta columna, la lavanda airea, el geranio pule los contornos herbales. El acorde se siente verde y floral a la vez, con un pulso aromático que no cede. En el secado, la arquitectura se asienta sobre maderas nobles (sándalo, cedro de Virginia) y un lecho musgoso (musgo de roble) que aporta pátina vintage; la tonka y la vainilla atenúan aristas con una calidez discreta, mientras el ámbar deja un halo tibio sin opacar la verticalidad fougère. El resultado: un “amaderado–aromático–musgoso” de estela sobria y presencia impecable.
Para el coleccionista, D brilla por su equilibrio de tensiones: chispa cítrica vs. verdor especiado; florales estructurados vs. maderas cremosas. Dialoga bien con fougères de corte inglés, amaderados secos y musgos clásicos; en layering, un vetiver cítrico acentúa su lado verde, y un almizcle limpio extiende su halo. Funciona mejor en clima templado a fresco, con sastrería ligera o smart casual; proyección moderada, diseñada para distancia de conversación y una estela que retorna en ráfagas.
Para quienes leen esta reseña sensorial buscando identidad y distinción, D de Alfred Dunhill invita a probar en decant su arquitectura fougère a través de Coleccionando Aromas: solo en piel revela su pátina clásica con temple moderno.
Pirámide Olfativa de Dunhill Edition de Alfred Dunhill
Perfumista
Gerard Anthony
Gérard Anthony es uno de los perfumistas clave del cambio de siglo en perfumería masculina. Formado en la gran tradición franco-alemana de los laboratorios de fragancias, se hizo conocido por su pulso arquitectónico: abrir con cítricos tensos, articular corazones aromáticos con rigor casi clásico y asentar bases de maderas y musgos con una calidez medida. Su obra dialoga con el fougère y lo expande hacia territorios más urbanos, donde la limpieza, la elegancia y la memoria de la barbería conviven con el refinamiento ambarado. Reservado y metódico, Anthony es de los perfumistas que hablan poco y dejan que la estructura hable por ellos: equilibrio, proporción y una estela que no grita, pero permanece.
Cómo nació D de Alfred Dunhill — crónica imaginada de taller
Dunhill pidió un perfume que vistiera como un traje británico bien cortado: limpio al entrar, impecable en el trato, inolvidable al salir. Gérard Anthony recibió el brief con tres líneas maestras: modernizar la tradición, honrar la sastrería inglesa y firmar una estela sobria, de distancia de conversación.
El primer boceto nació en papel secante: un acorde “cítrico-verde” tenso, donde el limón y la mandarina encendían el aire y el ciprés afinaba la verticalidad. Anthony probó la faceta especiada con un trazo de pimienta y una ráfaga de menta; buscaba el gesto de frescor, no el estruendo. Aquella entrada debía ser la campanada que ordena el resto.
El segundo movimiento fue el corazón: el perfumista levantó una columna floral con rosa y geranio, ventilada por lavanda y muguete. En sus pruebas, anotó “estructura, no azúcar”: la flor debía pulir el fougère, no volverlo dulce. Ajustó proporciones hasta que el bouquet respiró como una camisa recién planchada: limpio, texturizado, con ese brillo satinado que no deslumbra, pero eleva.
Para el secado, Anthony eligió una base “amaderado-musgosa” con sándalo y cedro, posada sobre musgo de roble. Introdujo haba tonka y un trazo de vainilla para atemperar aristas, y un ámbar que diera pátina sin pesar. Durante semanas, moduló proyección y fijación como quien ajusta el dobladillo de un pantalón: milímetros que cambian la caída. Cuando la estela volvió sola en ráfagas —discreta, precisa, reconocible—, supo que el traje olfativo estaba listo.
Así, D de Alfred Dunhill tomó forma: un fougère de acero y terciopelo, con la urbanidad británica por fuera y la calidez bien educada por dentro. Un perfume pensado para hablar bajo y ser escuchado.
Para Perfumeadictos
Marcelo –
Debo reconocer que huele a un perfume más caro, masculino, aromático incluso con cierta elegancia. Clásico noventero atemporal. Su creador es el mismo de Azzaro pour homme.