Desde su apertura, la composición revela un dominio del contraste: una bergamota amarga, seca, que no busca complacer, sino marcar el territorio. Junto a ella, el orégano picante y el aceite de bayas de pimiento despliegan una sinfonía especiada, casi medicinal, que recuerda a antiguos remedios alquímicos. Es un inicio áspero, verde, penetrante. No hay concesiones ni guiños comerciales. Esta es una fragancia con carácter.
La evolución del corazón es igualmente compleja. Opoponax, en su forma más terrosa y resbaladiza, se entrelaza con el solemne incienso, mientras que un ámbar tenue, apenas dulce, actúa como hilo conductor entre la resina y la calidez. El efecto es envolvente, casi litúrgico, evocando un monasterio perdido entre los bosques húmedos de algún país eslavo. El incienso no es etéreo sino denso, casi tangible.
La base es donde Optus VII se vuelve profundamente seductor. El oud, en su versión más refinada, lejana del funk agresivo que muchos temen, aparece como humo de brasas apagadas, aportando un dulzor leñoso, seco y untuoso a la vez. El sándalo, lechoso, suaviza esta intensidad, mientras que la nota animal, apenas insinuada, da la impresión de un calor epidérmico, íntimo, casi piel humana. Este oud no es invasivo; es culto, pulido, y guarda más afinidad con las vetas nobles de los aceites esenciales que con las modas de mercado.
La fragancia concluye con un giro inesperado: un acorde herbáceo, profundamente terroso, casi medicinal, que encuentra en el pachulí una base natural y agreste. Esta fase final aporta una calidad fougère de la vieja escuela, no por nostalgia, sino por construcción. No huele a vintage, pero sí a herencia; no evoca polvo, sino raíces.
Público objetivo y uso recomendado
Optus VII no es para cualquiera. Esta fragancia parece hecha para quienes han explorado ya los límites de lo gourmand y desean una experiencia olfativa más exigente. Aquellos que disfrutan del verde musgoso y estructurado de Halston 1-12, del cuero resinoso de Aramis Devin, del vetiver de Bogart One Man Show, o de la elegancia pastoral de Green Irish Tweed, encontrarán en este perfume una extensión natural de su gusto refinado.
Ideal para el frío, para momentos diurnos de introspección o liderazgo discreto, Optus VII habla con la voz de quien no necesita alzarla. Tiene una proyección controlada y una longevidad correcta, lo que se traduce en presencia sin estridencias. No es una bomba, pero sí una firma olfativa persistente y memorable.
Conclusión
Lattafa Maison Alhambra Optus VII es una obra que se planta con autoridad en la escena nicho-económica. No intenta parecerse a nadie más allá de su inspiración; toma la herencia de Opus VII y la hace accesible sin desdibujar su complejidad. Es un perfume que exige madurez y gusto por lo verde, lo herbal, lo denso. No es para jóvenes ni para quienes buscan cumplidos fáciles. Es para quienes buscan verdad aromática. Y en ese campo, cumple con creces.
Marcelo –
Un fougere tipo Amouage, muy herbal y masculino, que corresponde a una línea ya parece descatalogada de la casa omaní. Otra buena opción de Alhambra.