Decant Shuhrah Elixir de Rasasi

Rango de precios: desde $2.990 hasta $9.990

IVA incluido

Shuhrah Elixir de Rasasi es un perfume perteneciente a la familia olfativa Amaderada Aromática orientado para un público masculino. Shuhrah Elixir de Rasasi es una creación propia de la casa. Dentro de sus características principales tenemos;

Notas de Salida: limón (lima ácida), jengibre y mandarina
Notas de Corazón: violeta, rosa y ámbar
Notas de Fondo: ambroxan, sándalo, pachulí y madera de oud
Concentración: Eau de Parfum
Estilo: Vigorizante – Proactivo – Memorable – Atractivo.
Recomendación de uso: Primavera – Otoño. Dia 100% recomendado. Noche 40% recomendado.
Perfumista:

¿Qué dicen algunos reseñadores de Shuhrah Elixir de Rasasi?

 


 

Rasasi Shuhrah Elixir: reseña olfativa (formal, misteriosa y técnica)

 

 

 

Hay fragancias que entran como una luz encendida; otras, como una puerta que se cierra a tu espalda. Shuhrah Elixir pertenece a la segunda categoría: no te “saluda”, te interroga. La primera pulverización sugiere un destello limpio —casi cortante— y, al instante, deja entrever algo más oscuro y táctil, como si tras una fachada de cítricos se escondiera un terciopelo cálido. Esa tensión (claridad arriba, sombra abajo) es precisamente lo que provoca la urgencia: quieres saber qué hay detrás.

Según su pirámide olfativa, Shuhrah Elixir combina limón, jengibre y mandarina en la salida; violeta, rosa y ámbar en el corazón; y un fondo de ambroxan, sándalo, pachulí y oud.

 

 

 

 

 

 

 

Pirámide olfativa con fundamentación técnica

 

1) Notas de salida (impacto inicial: 15–30 min aprox.)

 

En perfumería, la “salida” suele concentrar materiales más volátiles, responsables del impacto inmediato, con un rango típico de 15–30 minutos en piel antes de ceder protagonismo.

  • Limón: su efecto suele apoyarse en terpenos ligeros; en aceites cítricos, el limoneno aparece con frecuencia como componente dominante, aportando esa sensación de brillo, limpieza y chispa que abre el acorde.

  • Mandarina: refuerza el perfil cítrico con una faceta más redonda y amable (menos “afilada” que el limón), prolongando la luminosidad sin perder ligereza, algo típico de cítricos ricos en monoterpenos volátiles.

  • Jengibre: introduce un picor aromático “seco” y vibrante; en la literatura química del aceite esencial de jengibre aparecen sesquiterpenos característicos (p. ej., zingibereno), asociados a un perfil especiado-energético que dinamiza la salida y evita que el cítrico se vuelva plano.

Lectura sensorial: aquí no hay un cítrico inocente. Es un cítrico con pulso, como el reflejo de una cuchilla bajo una farola.

 

 

 

2) Notas de corazón (cuerpo y firma: 3–4 h aprox.)

 

El corazón suele sostener la identidad del perfume y puede permanecer alrededor de 3–4 horas como fase dominante.

  • Violeta: muchas “violetas” modernas se construyen mediante moléculas de familia ionona/irona, famosas por su efecto empolvado, ligeramente cosmético y elegante. En química de fragancias se describen precisamente estos hitos (iononas/“violet-woody” y afines) como pilares históricos de la perfumería moderna.

  • Rosa: lejos del tópico romántico, aquí funciona como estructura: la rosa perfumística suele apoyarse en alcoholes monoterpénicos (p. ej., citronelol y geraniol) y otros compuestos que dan un carácter floral reconocible y “humano”.

  • Ámbar: conviene entenderlo como acorde (no como “ámbar” literal). En perfumería clásica, el acorde ambarado se construye a menudo sobre resinas como ládano/labdanum y benjuí, combinadas con facetas vainilladas, para lograr calidez balsámica y una sensación envolvente.

 

Lectura sensorial: el perfume deja de “hablar alto” y empieza a susurrar cerca: violeta con traje oscuro, rosa contenida y un ámbar que actúa como luz cálida en una habitación con las cortinas cerradas.

 

 

 

3) Notas de fondo (estela y persistencia: >4 h)

La base aporta “substantividad” (lo que permanece), con duraciones típicas por encima de 4 horas en piel para los materiales de base en la pirámide.

  • Ambroxan: se usa ampliamente para dar un efecto ambarado-ámbar gris (limpio, mineral, ligeramente salino) y, además, para reforzar la fijación y el volumen del acorde. La literatura sobre materias ambaradas derivadas de ambroxide/ambrafuran describe precisamente su valor como sustituto moderno del perfil ámbar gris.

  • Sándalo: el sándalo clásico se asocia con moléculas como α-santalol, responsables de una madera cremosa, suave y persistente; aporta textura, no solo “olor”.

  • Pachulí: el aceite de pachulí se reconoce por compuestos como el patchoulol (patchouli alcohol), que contribuyen a una base terrosa-amaderada, con profundidad y carácter, además de buena tenacidad.

  • Oud (agarwood): el “oud” perfumístico suele vincularse a perfiles complejos derivados de sesquiterpenos y cromonas aromáticas reportadas en la literatura del agarwood; su función aquí es oscurecer el fondo y aumentar la sensación de “madera noble” con misterio.

Lectura sensorial: el secado no se apaga; se queda. Y lo que queda tiene madera, mineralidad ambarada y una sombra de oud que firma la presencia.

 

 

 

Experiencia de uso y contexto (cuándo, dónde y cómo llevarlo)

 

En comunidades olfativas se describe como un perfume de carácter marcado (acordes cítricos, especiados, empolvados y amaderados, con una vertiente más “animal”/intensa). En la práctica, esto suele traducirse en:

  • Mejor momento: tarde-noche o situaciones donde quieras presencia controlada (cena, evento social, cita con estética sobria).

  • Clima/estación: otoño e invierno o noches frescas; en calor fuerte puede percibirse más intenso y conviene ajustar atomizaciones.

  • Entornos: excelente en exteriores urbanos, bares tranquilos, eventos; en oficina, solo si el entorno admite fragancias y con aplicación discreta.

  • Vestimenta: sastrería informal (abrigo, jersey de lana fina, camisa), cuero o tejidos densos; también funciona con un look minimalista oscuro, porque el perfil empolvado-amaderado “veste” bien.

  • Aplicación: 2–4 atomizaciones como punto de partida (cuello lateral + nuca o pecho), y ajustar según piel y espacio. La base (ambroxan/maderas) tiende a proyectar de forma más constante.

 

Si buscas entender de verdad su evolución, pruébalo primero en decant y dale dos usos distintos (una noche fría y una tarde templada). No es por ahorrar: es por conocer más fragancias más rápido, con criterio y memoria olfativa.

 

 

 

LINAJE DE RASASI

 

Rasasi nace en Dubái y su propia historia corporativa la sitúa en 1979, con un origen ligado al comercio local antes de escalar su capacidad industrial; incluso relatan su expansión temprana a infraestructura de manufactura en Jebel Ali Free Zone (JAFZA) a mediados de los 80. Ese contexto explica por qué, incluso en propuestas contemporáneas como Shuhrah Elixir, la marca insiste en una idea muy de Oriente Medio: la fragancia no es un accesorio, es reputación.

Si esta idea te resuena, hazlo piel primero —un decant, un par de noches, y decide después. En perfumes así, la verdad no está en la salida: está en el fondo.

 

 

 

 

 

 

Pirámide Olfativa de Shuhrah Elixir de Rasasi

 

 

 

 

 

 

 

Perfumista

Rasasi Perfumes es una empresa familiar fundada en 1979 en Dubai por Abdul Razzak Kalsekar. Sus seis hijos han continuado su visión y durante tres décadas, Rasasi se ha forjado una reputación como una marca enérgica y pionera, creando algunos de los mejores y más exclusivos perfumes del mundo.

La marca cada vez más conocida, que opera en todo el mundo, ha ganado una excelente reputación gracias a la calidad constante, el lujo y la elegancia de sus productos.

"Descubre tu personalidad. Haz sentir tu presencia"

Historia épica de su creación (reconstrucción verosímil con base técnica)

A primera hora, cuando Dubái aún respira con discreción y el calor no ha impuesto su ley, en los laboratorios de una casa que nació en un zoco y aprendió a fabricar a escala industrial, se abre un cuaderno de fórmulas como quien abre un mapa. No es un gesto romántico: es disciplina. La consigna, esta vez, es delicada: crear un “Elixir” que honre una estirpe intensa —Shuhrah— sin quedarse atrapado en su pasado.

El perfumista (o, más exactamente, el equipo creativo que trabaja bajo la firma Rasasi) empieza por el punto donde todo perfume se gana el derecho a existir: la primera impresión. En perfumería clásica, la salida no está hecha para durar; está hecha para convencer. Son moléculas más volátiles, las que suben antes, las que abren el telón y desaparecen cuando la obra ya camina sola.

Por eso el inicio se redacta con cítricos precisos: limón y mandarina, no como “frescura genérica”, sino como una luz que corta la oscuridad. En un blotter, ese destello se mide en minutos: impacto, limpieza, tensión. El perfumista repite una acción cotidiana —rociar, agitar el papel, esperar— hasta que el cítrico no suena a detergente, sino a cuchillo afilado.

Y entonces entra el gesto que convierte la salida en carácter: jengibre. No se añade por exotismo, sino por función: sus volátiles “levantan” la sensación global, aportan un picor aromático que empuja la energía hacia delante, como si el perfume respirara más deprisa. En cocina se describe como “pungente”; en perfume, esa pungencia se traduce en pulso.

Cuando la salida se aquieta, el perfumista busca el centro moral del perfume: la firma. Aquí nace la decisión trascendente: violeta y rosa. No para suavizar, sino para introducir un contraste elegante, casi cinematográfico: lo empolvado y lo carnal, lo pulcro y lo insinuado. La “violeta” moderna suele apoyarse en familias de moléculas asociadas históricamente a ese perfil (como iononas); pequeñas dosis pueden dar un aura polvorienta y retro sin volver el perfume antiguo.

La rosa, por su parte, no se escribe como flor de jardín, sino como sombra roja: un hilo que atraviesa el corazón y evita que el perfume sea solo cítrico-amaderado. Y para que ese corazón no se deshaga, aparece el ámbar: no una resina concreta, sino el acorde cálido que une, redondea y promete fondo.

La épica real llega al final, donde se decide la memoria del perfume. Rasasi tiene una relación histórica con el oud y con la fabricación de aceites asociados a esa tradición; no es decorado cultural, es parte de su infraestructura y de su identidad industrial. 
El oud no es una nota “bonita”: es materia nacida de un hecho dramático de la naturaleza. El agarwood (madera de oud) surge cuando el árbol se hiere y desarrolla resinas aromáticas como respuesta compleja; esa condición —la herida— es parte de su mito y de su química.

Pero un oud moderno, para ser usable y no aplastante, necesita arquitectura. Ahí entran dos pilares:

  1. Pachulí: profundo, terroso, con sesquiterpenos que aportan cuerpo y duración; se ha estudiado cómo compuestos como el patchoulol son relevantes para la persistencia del olor del aceite.

  2. Sándalo: cremoso-amaderado, con reputación de base que sostiene y “amalgama” otras materias; en estudios sobre sándalo se menciona su valor perfumístico y su capacidad para realzar y preservar propiedades aromáticas de otros ingredientes.

Y, como firma contemporánea, el equipo fija el rastro con ambroxan (ambroxide): un guiño técnico a la idea de ámbar gris, con descriptores repetidos en literatura científica —ámbar, amaderado, dulce, marino— que aportan difusividad y un brillo mineral en el secado.

En ese punto, el trabajo deja de parecer épico y vuelve a ser humano: iteraciones. Se redactan variantes: una con más madera, otra con más violeta, otra con oud recortado para que la calle lo entienda. Se prueba en piel, porque el papel miente; se espera, porque el fondo habla tarde. Y cuando el perfume al fin “cierra”, ocurre lo decisivo: el equipo reconoce que Shuhrah Elixir no pretende ser discreto. Pretende ser recordado—como una frase dicha a media voz que, sin embargo, domina toda la habitación.

Epílogo (un hecho real que parece literatura)

Hay historias de marca que suenan a ficción por lo concretas que son: Rasasi cuenta que, en 1986, su fundador y su hijo vieron un gran anuncio en la carretera de Jebel Ali sobre una nueva zona franca, se detuvieron, anotaron los datos y, al volver a la oficina, comenzaron a llamar para entender qué era “Jafza”. Esa escena —un papel, un bolígrafo, una decisión— es el tipo de cotidianidad que construye imperios… y explica por qué hoy una fragancia puede salir al mundo con ambición global.

Si desea comprobar si este “Elixir” encaja con su piel y con su estilo, hágalo como lo haría un verdadero aficionado: pruébelo primero en decant, no para ahorrar, sino para acelerar el aprendizaje olfativo y comparar su evolución real (salida-corazón-fondo) en su propio contexto

 

 

Para Perfumeadictos

 

 

 

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